1. Afila tus cuchillos
Porque no hay nada más odioso (y peligroso) que intentar cortar con cuchillos sin afilar. Así que agénciate de un buen afilador o, mejor aún, haz que los afile un profesional de cuando en cuando. Ya verás qué maravilla.
2. Utiliza siempre aceite de oliva virgen extra
Porque por la diferencia de precio, obtienes un aceite de una calidad muy superior, que resiste mejor las temperaturas y el paso del tiempo, es más sano y, vaya, está mucho más bueno y sabroso. Y ya si es de nueva cosecha, ni te cuento.
3. Compra sal de calidad
Escatimar en la sal no tiene sentido. Incluso la más cara de las sales tiene un impacto ínfimo en el coste de una comida, y anda que no cambia una ensalada, unas tostadas o un trozo de carne con una sal en escamas de calidad.
4. Congela el pan ya cortado en rebanadas
Y así podrás descongelar la cantidad justa que quiera y directamente en la tostadora. No hay nada como una buena tostada de pan por la mañana sin tener que bajar a comprar el pan o tener que descongelar una barra entera.
5. Despeja tu banco de cocina
Sin querer, tendemos a acumular cosas sobre la encimera. Botes, tostadoras, microondas, máquinas de café, picadoras, batidoras… tenemos tantas cosas en la cocina que acabamos teniendo que pelar y cortar patatas en un rincón. Despeja tu cocina, guarda todo lo que no uses a diario y trabajarás mucho más a gusto.
6. Ten una (buena) sartén solo para las tortillas de patata
Salvo que te gusten que se peguen o directamente no prepares nunca tortillas, este es mi consejo: una buena sartén única y exclusivamente para la tortilla de patata. Incluso me atrevería a decir que no la friegues, y simplemente la limpies con un poco de papel de cocina. Mano de santo.
7. Aliña tus ensaladas en orden
Primero la sal, luego el vinagre y finalmente el aceite. Si empezamos por el aceite, este creará una película alrededor de la lechuga e impedirá que la sal y el vinagre hagan bien su función.
8. Al hacer pasta, espera a echar la sal hasta que el agua empiece a hervir
El agua con sal tiene un mayor punto de ebullición y un mayor calor específico, por lo que tardará más y gastará más energía para calentarla que si la añadimos cuando rompa a hervir.
9. Guarda caldo de pollo y pescado en cubiteras
Estas pequeñas dosis son perfectas para darle un golpe de sabor a todo tipo de salsas y cremas sin tener que preparar un caldo ex profeso.
10. Al hacer caldo, haz de más
Así podrás guardarlo para futuros usos, como el mencionado en el paso anterior, o para hacer ricos platos.
11. Al hacer arroz blanco, siempre que sobre
El arroz blanco se puede guardar en la nevera varios días y utilizarse para darle vida a ensaladas, verduras al wok, acompañar carnes y pescados…
12. Ten siempre papel de hornear
Para el horno, es mejor que el papel de aluminio en muchos casos, tanto para postres como para recetas saladas. Es muchísimo más resistente (no se rompe ni desgarra) y no se pega nunca, perfecto para carnes, pescados y verduras.
13. Planta tu pequeño huerto urbano con hierbas aromáticas
Hierbabuena, albahaca, romero, perejil, cebollino… unas cuantas macetas en una ventana soleada forman un huerto urbano que te garantiza un suministro constante de deliciosas hierbas aromáticas que darán vida a todos tus platos.
14. Prueba a añadir hierbas aromáticas a la ensalada
Te sorprenderá cómo cambia una sencilla ensalada con un poco de hierbabuena, cebollino y albahaca fresca.
15. No te olvides poner la tapa de las ollas
Verás lo rápido que hierve el agua en comparación con no taparla (y lo que ahorras en electricidad o gas).
16. Apaga el horno antes de que termine la cocción
Y aprovecha el calor residual para acabar de cocinar los alimentos, que es tontería dejar un horno caliente vacío.
17. Deja que se templen los alimentos antes de guardarlos en la nevera
Meter cosas calientes en la nevera o el congelador puede hacer que suba mucho más de lo esperado la temperatura, llegando a poder descongelar los alimentos cercanos.
18. Si compras hierbas aromáticas frescas, congela las que te sobren
Las hierbas aromáticas se pueden congelar sin perder sus propiedades. Preferiblemente ya picadas y al vacío o bien envueltas. Así será sacar y empezar a utilizar.
19. Guarda la grasa de asar el pollo
Sí, esa que se queda en la bandeja del horno salvo que haya mucho pan en la mesa. Es perfecta para caramelizar cebollas, saltear verduras o darle un toque jugoso a las pechugas. Lo mismo vale para la grasa que suelta el bacon.
20. Cambia las bayetas y estropajos con asiduidad
Aunque las limpies bien, son un nido de vida microscópica, así que si quieres una cocina limpia, usa bayetas limpias.
21. Que no falte la luz en tu cocina
La oscuridad y la luz de las velas para los románticos, en la cocina es importante ver lo que estamos haciendo. A menudo no basta con la luz en el techo, así que es buena idea añadir tiras de leds bajo los armarios para añadir luz y no hacernos sombra con el cuerpo.
22. Si tu sartén se pega, cámbiala
Cuando una sartén antiadherente se empieza a pegar y se convierte en una sartén adherente, es el momento de cambiarla, o te hará acabar renunciando a ciertos tipos de preparación y a abusar del aceite para evitar que se peguen los alimentos.
23. Usa una sartén del tamaño adecuado
Llenar demasiado una sartén hace que la comida tienda a cocerse en vez de a saltearse, pasando de estar crujiente y tierna a estar blanda e insípida.
24. Prueba a añadir azúcar a las verduras
La cebolla es un caso clásico para añadirle azúcar, pero prueba también con las zanahorias, los tomates o cualquier otra verdura que tenga un toque dulce.
25. Hazte con un termómetro de cocina
Así sabrás cuando la carne ha alcanzado la temperatura adecuada o el caldo está listo para servir. Valen cuatro duros (los hay por 10 o 20 euros) y te sentirás un profesional.
26. Que no falten las cucharas medidoras
Porque así seguro que no fallamos al poner una cucharada de nada. Preferiblemente que sean metálicas, que tienen menos tendencia a que se queden sabores y son más duraderas.
27. Un peso de cocina, indispensable
Especialmente para postres, pero un peso de cocina también es muy práctico para todo tipo de preparaciones, como pastas o arroces. Medir en peso es mucho más preciso que en volumen.
28. Nunca se tienen suficientes especias…
Aunque hay que andarse con ojo porque con el tiempo pierden sabor, un buen abanico de especias en casa nos ayudarán a dar un toque especial a cualquier plato, incluso a unas lentejas.
29. … ni tampoco suficientes salsas
Sobre todo si queremos explorar otras cocinas: salsa de soja, salsa Worcestershire, aceite de sésamo, salsa de chile, salsa barbacoa, salsa de ostras…
30. Hay más vinagres que el de Módena
A cada ensalada le va bien un vinagre diferente, y además del blanco y el manido vinagre de Módena hay muchos más: de naranja, de fresa, de frambuesa, de vino tinto, de Jeréz… no dejes de probar todos los que encuentres.
31. Experimenta con los aceites monovarietales
Un aceite cambia mucho en función del tipo de oliva con el que está hecho (hojiblanca, picual, arbequina, cornicabra…) y debemos saber cuál usar en cada caso, porque no es lo mismo freír que aliñar una ensalada o ponerlo en una tostada.
32. No dejes de probar cosas nuevas
Porque aunque las tradiciones están muy bien y yo creo que es importante respetarlas, probar recetas nuevas o inventarnos algunas es de las cosas más divertidas de la cocina, así que no dejes de hacerlo.
33. Y no tengas miedo a equivocarte
Yo no publico las cosas que me salen mal, pero daría para mantener otro blog solo de desastres culinarios. Porque no todo sale siempre a la primera, especialmente cuando haces probaturas, así que no tengas miedo a equivocarte, que es algo inevitable en la cocina. Y si alguien en la mesa se queja, le das el delantal y te preparas para reír.
¡A los fogones!